jueves, 5 de marzo de 2015

DeWolff, Sala Boite (03-03-2015)

Corría el año 2009. Una lluviosa tarde de otoño en la hermosa ciudad de Amsterdam no invitaba a otra cosa que a cobijarse en un pequeño garito donde se respira rock y los lugartenientes departen sobre música mientras ésta suena de fondo o es interpretada en directo por animados jóvenes locales. De repente, el sonido inconfundible de un órgano Hammond crea un silencio e invita a prestar mayor atención. Eso suena asombrosamente bien, suena a Deep Purple en su época dorada, pero obviamente no se trata de la banda inglesa. Rápidamente la inquietud se apodera de uno y tras una corta conversación con el camarero se concreta que la banda en cuestión es una joven banda holandesa llamada DeWolff. Tras una pequeña búsqueda en ese gran apoyo actual que es Internet, se conoce la inminente publicación de su álbum de debut, así como la existencia de un EP que deja a las claras que los imberbes chavales del país oranje no son una mera copia de la banda liderada por Ritchie Blackmore y Jon Lord. Allí se perciben influencias de Cream o de The Doors. Sonidos que mezclan el rock más primitivo, el blues, el hard y la psicodelia para dar forma a unas composiciones de sabor añejo y de una calidad impropia de la edad de sus componentes.

Más de cinco años después, su popularidad ha subido como la espuma, sobre todo en su país donde cosechan numerosos sold outs, y su discografía se completa ya de cinco discos además de aquel maravilloso EP al que se hacía referencia.   


La sala Boite abría sus puertas a los jóvenes talentos con una entrada espectacular y donde se percibía un número mucho más elevado de presencia femenina de lo que suele ser habitual en conciertos de este estilo. Está claro que la belleza y juventud de los protagonistas era un aliciente extra para el sexo contrario.

Con casi una hora de retraso con respecto al horario fijado, los tres músicos se subían por fin a las tablas. Los primeros acordes de la embaucadora e hipnótica Evil Mothergrabber servían como punto de partida a un viaje que duró algo menos de dos horas. Una de las curiosidades de este power trío reside en la ausencia del bajo, siendo Robin Piso quien suple esas líneas con su gran trabajo con el órgano Hammond, sin duda uno de los puntos fuertes del sonido de la banda.


Numerosos temas de su último y reciente trabajo, “Grand Southern Electric”, como Satilla No.3, Stand Up Tall o Dance of the Buffalo fueron presentados mientras la banda se deleitaba alargando las piezas y sumergiéndose en jams e improvisaciones que transportaban al público a una época lejana donde los músicos se dejaban llevar en directo. Las canciones que en estudio ya sonaban muy bien, se veían multiplicadas en su interpretación en directo, ganando matices y supurando ese sentimiento que Pablo van de Poel pone tanto en su voz como en su guitarra. Sin duda, el holandés tiene el talento y el saber hacer de aquellos ídolos de su infancia que le hicieron ser lo que es ahora.


Temas pretéritos y magníficos como Yellow Rat Magic Blues o Medicine se intercalaban entre los más novedosos sin bajar la intensidad del concierto en ningún momento. Trallazos de rock directo entremezclados con piezas de corte más blues, pasajes de psicodelia abrazados por aires progresivos, riffs penetrantes y embaucadores, exhibiciones personales sin perder nunca la perspectiva de un conjunto para reanudar el ritmo de las canciones sin cambios bruscos o repentinos. Guitarras sacadas de los primeros años de la década de los setenta, teclas que parecen hablar por si solas y una base rítmica potente y cuidada al mismo tiempo. Una auténtica maravilla.

Acercándose al final del concierto y con la gente totalmente asombrada a la par que entregada, la alargadísima The Pistol, que contó con solos descomunales de los tres miembros, daba paso al momento que para el que suscribe supuso una evocación de sentimientos inenarrable. Don’t You Go Up the Sky, la canción con la que había entrado al mundo de DeWolff, atronaba en una sala a reventar. Ese órgano que traía a la cabeza al mismísimo Jon Lord, ese estribillo pegadizo y ese fantástico solo conjunto al estilo Deep Purple, suponían el broche de oro a una velada mágica.


Los tres héroes se retiraban a sus camerinos para volver arengados por el fervor del gentío. Pablo se animó a decir unas palabras en castellano y agradeció el apoyo del público a la vez que manifestaba su asombro por la inesperada entrada del bolo. Entre aplausos, los holandeses pusieron punto y final al show con la interpretación de Restless Man y una Gold and Seaweed que atesoró la última muestra de su talento, capacidad compositiva y amor por la música.

En su despedida prometieron volver el año que viene, y es que numerosas noches mágicas nos quedan por delante con el trío holandés. El futuro está en buenas manos.



Setlist: Evil Mothergrabber / Satilla No.3 / Yellow Rat Magic Blues / Medicine / Vicious Times / (Ain´t Nothing Wrong With) A Little Bit of Loving / Stand Up Tall / Dance of the Buffalo / Crumbling Heart / The Pistol / Don’t You Go Up the Sky / Restless Man / Gold and Seaweed




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