Exigencia, esa es la palabra. En
plenos tiempos de crisis y con una agenda de conciertos muy variada, el público
está obligado a ser exigente con las bandas en directo. Y si esas bandas ya han
demostrado anteriormente que pueden dar grandes exhibiciones, la exigencia es
aún mayor.
Los ingleses Raveneye y los bilbaínos Last
Fair Deal, dos power tríos con raíces similares pero con diferentes maneras de ver la música, unían sus fuerzas en una noche que pintaba
épica. Dos power tríos totalmente
complementarios que ya nos habían demostrado de lo que son capaces sobre las
tablas de un escenario formaban un doble cartel de lujo. Pero esa complementariedad se volvió en su contra,
puesto que lo que le sobró a uno le faltó al otro, y viceversa.
LAST FAIR DEAL
El orden de actuación había variado en
las diversas fechas anteriores, y en esta ocasión le tocó a Last Fair Deal la tarea de ir haciendo
entrar en calor a la audiencia. A ritmo de Inside
Looking Out, canción de los Animals
que popularizaron Grand Funk Railroad, daba por iniciada la velada.
New
Order, tema divertido
y con claro poso sureño de su magnífico segundo disco, "Once", daba paso a otra
versión. Esta vez el artista homenajeado era el bluesman Muddy Waters y la canción seleccionada una muy bien adaptada Young Fashioned Ways. El sonido era
perfecto y la banda sonaba conjuntada, pero resultaba curioso que con el buen
repertorio propio, la banda optase por nutrirse de versiones de bandas de
renombre. Además, Gonzalo se mostraba
mucho más frío que de costumbre, y aun realizando un papel sobresaliente en el
plano musical, dio la sensación de no estar metido al 100% en el show.
Aferrándose, ahora sí, a sus temas
propios, recuperaron Filthy de su
debut y plasmaron perfectamente piezas más actuales como la emotiva Yesterday o la totalmente boogie Down Below. Sentimiento, gusto al
tocar y una base rítmica donde sobresalió una vez más Virginia Fernández con su delicada a la par que contundente forma
de tocar la batería, suplían la falta de intensidad que se respiraba en el
ambiente.
Ya encarando la recta final de un show
que apenas llegó a la hora de duración, enlazaron de manera deliciosa su gran
single Nobody y uno de los mejores
temas de uno de sus ídolos, Cradle Rock
del malogrado Rory Gallagher. El
público conectaba por fin, pero ya era tarde. La formación vasca se despedía
entre unos aplausos que ocultaban el sabor agridulce de un concierto que,
conociendo a la banda, supo a poco.
Setlist: Inside Looking Out (The Animals/Grand Funk Railroad cover) / New Order
/ Young Fashioned Ways (Muddy Waters cover) / Filthy / Yesterday / Down Below /
Naked Eye / Elvira / Nobody / Cradle Rock (Rory Gallagher cover)
RAVENEYE
Le tocaba el turno de remontar el
vuelo a Oli Brown y su nuevo grupo, Raveneye. El joven inglés, tras triunfar
en su país de origen con un blues calmado y accesible, ha querido dar una
vuelta de tuerca a su sonido y uniendo sus fuerzas junto al bajista Aaron Spiers y el batería Kev
Hickman, lo ha endurecido y actualizado.
El sentimiento, la delicadeza y los
ritmos sosegados que habían dominado la primera actuación, se convertían en
fuerza, furia y agresividad. Oli se
enfundaba su característica Hofner y
salía dispuesto a comerse el mundo. Una guitarra distorsionada y
unas pantallas delante de los amplificadores para engordar el sonido,
despertaban a una audiencia demasiado relajada y timorata.
La directa Get it Started, incluida en su EP,
fue la primera en atronar la sala, para después hacer sonar varios temas de su inminente
primer larga duración, como Sticks and
Stones o Come With Me. A pesar de
no tener todavía material editado, a diferencia de Last Fair Deal, no quisieron echar mano de versiones y el set se
compuso de temas exclusivamente propios. Un detalle que deja bien a las claras
lo que confía Oli Brown en su
proyecto.
Sin embargo, el concierto, que
rebosaba fuerza y energía por todos los costados, se estaba haciendo demasiado
plano y lineal. Todas las canciones mantenían una estructura muy similar y
llegaba a resultar monótono y repetitivo por momentos. El frontman lo suplía
con su talento y demostraba su incuestionable calidad tocando los acordes con
una sola mano mientras con la otra sujetaba el micro. Otra cosa no, pero
desparpajo, soltura y ganas de comerse el mundo le sobran al joven músico. Incluso se atrevió a subirse a tocar encima de la batería.
Oh
My Love, alargadísima
y donde Oli se adentró entre las
primeras filas del público, fue uno de los temas más destacados de
la velada, al igual que un Coming for You
que contó con una gran intro de batería a cargo de Kev Hickman. Un Kev que
estuvo sobrio y contundente y que junto a Aaron conformó una base rítmica poderosa y efectiva alrededor del
genio de las seis cuerdas.
Cerrando ya la actuación del trío
sonaron una Coming for You que por
momentos nos acercaba a sonidos más noventeros con pasajes que rememoraban a
grupos como Soundgarden o Alice in Chains, la extensa You Got It y el efectivo y pegadizo
single Breaking Out. La ovación era
tremenda, pero ahí no terminaba todo. Oli
Brown hizo llamar a Gonzalo Portugal
para, juntos, deleitar al personal con una acertada versión del Going Down de Freddie King. En ese momento se pudo percibir la diferencia entre
la forma de tocar de ambos guitarristas y se disfrutó de la gama de recursos de
cada uno de ellos. Grandísimo cierre de concierto.
Setlist: Get It Started / Sticks and Stones / Come With Me / Run Away / What Else / Oh My Love / Hey Hey Yeah / Coming for You / No Bodies Soul / You Got It / Breaking Out // Going Down (Freddie King cover)
La velada se daba por concluida y
aunque el cierre de la misma había sido fantástico, el regusto final era ciertamente
amargo. La apabullante exhibición de Raveneye
en la pasada edición del Serie Z (quizás acrecentada por la
sorpresa) o las descomunales puestas en escena que nos había brindado Last Fair Deal en muchas ocasiones
anteriores, quedaban bastante lejos de lo que se vivió en la Moby Dick madrileña. La fuerza y energía
de los primeros añoraban el buen gusto y la exquisitez de los segundos. Los
temas elaborados de los vascos carecieron de la garra y entrega de los temas
más planos y lineales de los ingleses, y aunque en su conjunto demostraron todo
lo que se puede pedir en una banda, individualmente flaquearon donde
anteriormente habían destacado. Un sabor agridulce para dos bandas jóvenes que
no tuvieron su mejor noche, pero que a buen seguro nos harán disfrutar en shows
venideros. En sus manos está el futuro de nuestra música.
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